lunes, 21 de julio de 2008

VERSOS PARÁSITOS
Cada uno de mis versos, un parásito del fracaso.
Como insectos las letras se expanden con la sangre embebida
de tantas ilusiones que solo fueron eso,
de tantos sueños que parecían ciertos,
del desarraigo diario en el que creo estar viva.
Fracasos que me hacen ser náufraga eterna.
Desde un cayuco envuelto en tempestades
viajo en una espiral que nunca tiene fin,
viaje por el que todavía sigo en deuda,
¡tantas veces robé entre hundidos tesoros!
Fracasos que me cubren con barniz cristalino,
frágil, vulnerable y a la vez transparente,
una capa que pretendo no existe,
pero vosotros y yo al tacto la sentimos
helada y resistente.
Cuando el fracaso ya no sea el nutriente de mis versos
con los que creo triunfé sobre las pérdidas
- la ilusión de victoria –
estaré derrotada para comprender en un instante
que solo el amor me rinde.


POLVAREDA DE ESTRELLAS

Mientras la polvareda levantada por mis vagabundos pies sea de estrellas
y esparcir pueda en mis oídos y ojos el polvo de las que son fugaces
y así ni vea ni oiga encendidas de rencor como chispas de alfileres
esas voces que me duelen;
si puedo esparcir ese polvo en los rincones de mi casa
para que cuando la traición llegue
descubrir cómo pule el engaño hasta que reluciente
parece una verdad tan real como es la luciérnaga o la constelación;
mientras pueda recoger el polvo de las estrellas en mi cesta
y espolvorear con él todo lo que pareció deslucido amor o amigo
y mis ojos puedan vislumbrar ese brillo de arena
en la sonrisa de un viejo cuando mira a los niños;
mientras sea posible que ese polvo, harina centelleante,
se me pegue en la piel para hacerme visible,
para haceros visibles,
no tendré que acostumbrarme nunca a esta lluvia de cuchillos y látigos,
a esta merma prosaica que supone la vida,
si no llego nunca a acostumbrarme
y puedo seguir viendo un destello de luz resplandecer en los añicos de las estrellas rotas
sin deslumbrarme
es que estoy viva.

GAZA se APAGA

En pocos segundos
con unas cuantas imágenes y frases
vi el apagón en Gaza:
hay falta de combustible
no se puede iluminar la franja.
Sobre el muro derribado de hormigón y acero los niños saltan.
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Han cerrado la frontera de Rafah
el agujero por el que cruzaban a Egipto
cientos de miles salieron
cientos de miles gritando un dolor.
Doce días para arramblar con todo en al-Arish
a cualquier precio lo básico:
alimentos, combustible, cemento, medicinas, jabón …
volvían contentos con sus compras a casa para compartirlas:
piezas de coche, zapatos, muebles, animales, cigarrillos…

Recordarán la alegría de
un refresco y una comida en un bar egipcios
los amigos que no veían en años
nuevos familiares que no conocían.
Sentados en la playa
se sintieron libres
como si pudiera ser así ya siempre
como si no fueran refugiados desde hace 60 años

Cerraron las brechas abiertas
los obligaron a retirarse de las tiendas y los cafés
los expulsaron con mangueras de agua y tiros al aire
al gueto que los esconde y olvida.
Palestina es con cada día de guerra más estrecha
en un trueque de genocidios.
Cruzarán los túneles subterráneos para buscar lo necesario
a oscuras por las noches y las mañanas
la vida en una oscuridad amenazadora.
En el asedio que aguantan no hay calles donde exista paz.

En el umbral del dolor nuestra puerta ante la tragedia se cierra.


CORAZÓN DE QUITAIPÓN
Cómo desearía guardar mi corazón
cuando llego a casa
en un cajón del armario
y quitármelo del mismo modo
en que me quito los pendientes
el vestido y los zapatos,
no tenerlo puesto cuando
veo el hambre de los niños
con los ojos cerrados de infecciones
y pústulas en la boca,
no ponérmelo cuando
veo a los líderes mundiales
de la indiferencia ante la pobreza.
Los líderes de una estafa global
¿han vendido sus corazones por unas cuantas monedas,
se los han regalado a la falsedad,
los han encerrado y no los oyen,
los han olvidado bajo una costra de hielo?
Quizás sus corazones sean de quitaipón.